EnREDos de voces y tintas
Los aportes de las nuevas tecnologías en el desarrollo de hábitos de lectura y de comprensión lectora entre estudiantes de secundaria y bachillerato
Resumen:
En la llamada era del conocimiento, los estudiantes de 15 años mexicanos protagonizan dos situaciones aparentemente contradictorias: Por una parte, están entre los últimos lugares de desempeño en competencia lectora; por otra, son quienes más usan las nuevas tecnologías. En un país donde los jóvenes leen en promedio 4 libros al año, la relación que ellos entablan con nuevos lenguajes y herramientas tecnológicos puede constituir un terreno fértil para el desarrollo de hábitos lectores y comprensión lectora.
Leer el mundo
Quienes tuvimos la oportunidad de vivir la transición del siglo XX al siglo XXI hemos sido también testigos del vertiginoso desarrollo e instauración de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en gran parte de las actividades de la humanidad. Los niños y jóvenes que nacieron a la par del nuevo siglo son quienes han desarrollado con gran facilidad las habilidades y capacidades necesarias para el uso y manejo de estas tecnologías. En el caso de los adultos, un buen número se ha ubicado en una especie de escala inversamente proporcional: a mayor edad, la relación con las NTIC es menor, quizá aplicando aquella máxima de más vale bueno por conocido que malo por conocer.
El nuevo siglo también ha representado la concreción del planteamiento McLuhiano de la aldea global y de la estandarización de diversos aspectos, surgiendo así diversas evaluaciones de carácter internacional. En el ámbito educativo, la prueba PISA 2006 evaluó el desempeño de estudiantes de 15 años, de 57 países, en torno a la competencia lectora, la competencia matemática y la competencia científica.
Hablar, escuchar, leer y escribir, son las cuatro habilidades comunicativas básicas a través de las cuales los seres humanos nos relacionamos con otros. Pero es a través de la lectura y la escritura que los seres humanos hemos construido las puertas de acceso a diversidad de conocimientos generados en diversos tiempos y espacios. Los resultados de PISA 2006 (INEE, 2006, p. 110) arrojaron que de los 30 mil 971 estudiantes mexicanos evaluados, 47 por ciento se ubican en un nivel incipiente o nulo para utilizar la lectura como una herramienta que impulse y amplíe sus conocimientos y habilidades en otras áreas.
Lo anterior pone sobre sobre la mesa un hecho aparentemente paradójico en la llamada era del conocimiento: Esos jóvenes con grandes carencias en su competencia lectora forman parte de esa generación que maneja con maestría las nuevas herramientas tecnológicas. ¿Dónde reside lo aparentemente paradójico? En que precisamente la alianza con las herramientas de las Nuevas Tecnologías puede contribuir a desarrollar hábitos de lectura y de comprensión lectora entre los jóvenes que las utilizan
Se trata de aceptar la sugerente invitación de Papert (1995) para pensar de manera distinta, para considerar que hay diferentes formas de leer y escribir y que las nuevas tecnologías son un gran aliado para que los niños descubran y generen sus propios conocimientos y así lograr un megacambio en las formas en que los ayudamos a aprender.
Entre el saber, el querer y el comprender
Saber leer no implica en automático comprender lo que se lee, ni mucho menos sentir placer hacia todo que se lee. En el proceso de la lectura, quien lee llega a al encuentro del texto con un propósito y unas expectativas determinadas, estableciendo así un diálogo entre lo que ofrece el texto y la experiencia personal del lector. Pero, si tal y como lo plantea Víctor Moreno (2003): “aquello que se lee no dice nada a la propia vida, es imposible que se dé interacción alguna en la confrontación entre texto y lector”. (p.45)
Aquí vale la pena buscar entre nuestros recuerdos para ubicar cómo aprendimos a leer, ya que finalmente al enseñar no escapamos de las formas en que a nosotros nos enseñaron. Seguramente vienen a nuestra mente, textos lejanos a nosotros con la consabida “cuota a pagar” por su lectura, consistente casi siempre en múltiples cuestionamientos acerca de lo leído. ¿Cuántas veces tuvimos la posibilidad de elegir aquello que queríamos leer?, ¿Cuántas veces leímos sólo por el placer de leer?
En este contexto, nos podemos la precaria situación en torno a los hábitos lectores de los mexicanos reflejada en la Encuesta Nacional de Lectura (CONACULTA, 2006), la cual da cuenta de que los jóvenes de 18 a 22 años lean en promedio cuatro libros al año y que quienes, una vez concluidos sus estudios universitarios lean con menor frecuencia, asociando a la lectura con cuestiones relacionadas con la asistencia a la escuela.
Siguiendo a Moreno (2003, p. 10), la comprensión lectora se genera cuando el contenido de un texto está cercano a los conocimientos y experiencias del lector. Cuando no comprendemos un texto tendemos a alejarnos de él o a rechazarlo. No comprender es el peor obstáculo con el que puede tropezarse una persona con ganas y deseos de aprender.
En el caso los niños y jóvenes evaluados por las pruebas PISA, EXCALE y ENLACE, mientras no se trabajen estrategias de lectura que les ofrezcan elementos de proximidad con su mundo, seguirán ubicados en los resultados hasta ahora reportados, seguirán si desarrollar la capacidad lectora para desenvolverse en el mundo actual.
Jóvenes y lectura en los tiempos de Internet
De acuerdo al estudio, La generación Interactiva en Iberoamérica. Niños y adolescentes ante las pantallas (Telefónica y Ariel, 2007), 95 por ciento de estudiantes, de entre 10 y 18 años -de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela- tienen acceso a Internet. En tanto, 82.8 por ciento de esos mismos jóvenes posee un teléfono celular con aplicaciones multimedia y el 39% tiene una videoconsola de juegos.
Dicho estudio proporciona un panorama completo respecto a los principales usos que hacen niños y jóvenes de las Nuevas Tecnologías a su alcance.
Antes de continuar, vale la pena destacar dos aspectos de La generación interactiva: Primero, sin importar las dificultades de acceso a Internet en varias regiones, la preferencia por la red de redes es superior (el hogar, en primer término, seguido por los ciber cafés, son los principales puntos de acceso de los adolescentes al ciber espacio); segundo, cuando los jóvenes accesan a Internet desde la escuela lo hacen para utilizar el correo electrónico y visitar páginas web de corte educativo.
Por otra parte, el estudio proporciona datos referentes a una de las mayores posibilidades que ofrecen las Nuevas Tecnologías frente a otros medios tradicionales: la interactividad, las herramientas y los espacios para pasar de ser consumidores a creadores de contenidos. En este sentido, 45% de los adolescentes de 10 a 18 años tiene un blog, o fotoblog y emplea otros soportes para la difusión de materiales audiovisuales, o a la elaboración de páginas web.
¿Y dónde queda la lectura? En la selva de información que se genera diariamente en Internet, la lectura de comprensión, que ejercitada deriva en una lectura crítica es la mejor brújula que podemos llevar para no perdernos en el camino.
La lectura sigue siendo la clave para acceder al conocimiento. Es seguro que la forma de leer ha variado, leer en Internet requiere otras pericias, el uso de buscadores, la introducción consiguiente de criterios de búsqueda, el manejo de bases de datos, abrir y guardar archivos, bajar imágenes; pero la lectura atenta, meticulosa y comprensiva de un mensaje es imposible de obviar.
Complicidad cibernética
En este contexto, se presenta un gran y apasionante reto ante los docentes: sumar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para desarrollar hábitos de lectura y la comprensión lectora.
Se dice que el océano de contenidos multimedia por el que navegan nuestros jóvenes Internautas deja poco espacio a la imaginación, al contrario que las palabras escritas que provocan imágenes y evocan metáforas, que toman mucho de su significado en la imaginación y experiencias del lector, al que arrancan del mundo inmediato.
Para contrarrestar esta idea, nada mejor que recurrir a una estrategia vinculada con nuestra más tierna infancia, capaz de detonar la fábrica de imágenes en nuestras mentes: la lectura en voz alta. Retomar esta estrategia, revitalizarla a través de las herramientas multimedia que manejan los adolescentes, como en el caso del podcast, puede ser el elemento que invite a la lectura por placer.
De acuerdo con Chan (2005), desarrollar la capacidad de todos los usuarios como autores es el fin de una educación comunicativa. Desde otra perspectiva, el mejor ambiente virtual de aprendizaje es el que más espacios abiertos deja a los educadores y educandos para su construcción.
¿Qué pasaría si los profesores acompañan a sus alumnos en la construcción de espacios cibernéticos donde se escuchan en sus propias voces (y arreglos) aquellas lecturas que les dicen algo? Hablar y escuchar, son las otras dos habilidades comunicativas que nos permiten interactuar con los demás y conocer cosas nuevas, y ¿por qué no?, contagiar el placer por la lectura, para que algún día no muy lejano, podamos hacer realidad el sueño de tener un país de lectores.
Referencias
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. (2006), Encuesta Nacional de Lectura. México. Recuperado el 11 de octubre de 2009, de: http://sic.conaculta.gob.mx/encuesta/Encuesta%20de%20Lectura%20ok.pdf
Chan, M. E. (2005). Competencias mediacionales para la educación en línea. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 7 (2). Recuperado el 16 de septiembre de 2009 en: http://redie.uabc.mx/vol7no2/contenido-chan.html
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. (2007), Pisa 2006 en México. México. Recuperado el 25 de octubre de 2009, de: http://www.inee.edu.mx/images/stories/Publicaciones/Estudios_internacionales/PISA2006/Completo/pisa2006completo.pdf
Moreno, V. (2003), Leer para comprender. España: Gobierno de Navarra. Departamento de Educación y Cultura. Recuperado el 7 de noviembre de 2009, de: http://dpto.educacion.navarra.es/bibliotecasescolares/blitz_files/Blitz%204%20amll.pdf
Papert, S. (1995). La máquina de los niños. Replantearse la educación en la era de los ordenadores. Barcelona: Paidós.
Telefónica y Ariel. (2008), La generación Interactiva en Iberoamérica. Niños y adolescentes ante las pantallas. Barcelona, España. Recuperado el 6 de noviembre de 2009, de : http://www.generacionesinteractivas.org/?page_id=66
domingo, 8 de noviembre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
¡Gracias por tu visita!
Este espacio tiene el propósito de compartir las experiencias, los logros alcanzados y los retos por superar a lo largo de los diferentes módulos que integran la Maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas
Como apasionada de la radio, estoy convencida que este medio, de la mano con las herramientas que ofrecen las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, tiene ante sí un interesante y enriquecedor abanico de posibilidades para fortalecer procesos educativos. Los sonidos, materia prima de la radio, poseen la capacidad de generar imágenes mentales en quienes los escuchan, posibilitando la generación de nuevos aprendizajes y propiciando la búsqueda de nueva información o la reflexión en torno a un tema.
Como apasionada de la radio, estoy convencida que este medio, de la mano con las herramientas que ofrecen las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, tiene ante sí un interesante y enriquecedor abanico de posibilidades para fortalecer procesos educativos. Los sonidos, materia prima de la radio, poseen la capacidad de generar imágenes mentales en quienes los escuchan, posibilitando la generación de nuevos aprendizajes y propiciando la búsqueda de nueva información o la reflexión en torno a un tema.
jueves, 15 de octubre de 2009
En el camino de las competencias
Los logros obtenidos y los retos a superar
Un arranque prejuiciado
Heme aquí, a un paso de realizar la evaluación del nivel 2 de este Módulo Propedéutico, después de habernos detenido a reflexionar acerca de los prejuicios y la manera en que éstos pueden repercutir en nuestro proceso educativo.
El que me refiera a esto tiene toda la intención del mundo de manifestar mi prejuicio inicial cuando por vez primera, hace ya casi diez semanas, nos hablaron del desarrollo de cuatro competencias básicas para poder acceder al Módulo de Investigación y a los Módulos Formativos de esta Maestría. “Esto del pensamiento crítico y del estudio independiente no está nada mal” pensé, pero he de confesar que en aquella ocasión no veía del todo productivo avocarnos a temas de uso de tecnologías (obvio que deberíamos tener la base para cursar este tipo de estudios de manera semi-presencial, si no, no nos hubiésemos inscrito) y a la comunicación escrita (¡por favor!, un buen número de estudiantes son profesores y otros tantos ejercemos en el campo de la comunicación). He ahí un gran prejuicio y una enorme carencia de humildad intelectual: nunca se termina de aprender y nadie lo sabe todo.
Los primeros retos
Y entonces sucedió… Al realizar mi evaluación diagnóstica me topé frente a mis grandes retos, justamente en comunicación escrita y en el uso de las tecnologías: Tenía que aprender, ¡sí! a-p-r-e-n-d-e-r a citar y referenciar conforme a una normatividad que se usa en todo el mundo, no sólo en el ámbito académico, además de aprender a utilizar valiosas herramientas que ahí han estado pero que, por falta de curiosidad, ni siquiera conocía.
Otro reto más salía desde los rincones más profundos de donde lo había confinado: la organización de actividades. Para salir avante de una experiencia académica como esta, la organización es pieza clave, no sólo para el óptimo desarrollo de mis actividades, sino también de aquellas que realizamos de manera colaborativa.
En el transcurso de las sesiones, a través de realizar actividades grupales e individuales, también se han presentado logros que me llenan de satisfacción y compromiso para mejorar en todos los aspectos. Uno de mis mayores logros es el ir ejercitándome en las actitudes fuertes del pensamiento crítico. Tal y como lo Paul, R. y Elder, L., (2003), para llegar a ser un pensador maestro hay que seguir una serie de pasos, el primero: estar conscientes de los problemas de nuestro pensamiento. Y yo he dado ese primer paso.
Pero el camino aún es largo. Por lo pronto, la próxima estación es la evaluación del nivel dos, donde todavía no puedo afirmar que he superado mi reto inicial en lo concerniente a la comunicación escrita; ahora ese reto crece y para trabajarlo tengo que hacerme de bibliografía especializada y de la buena guía de compañeros y colegas que dominen la normatividad APA.
Por otra parte, si bien he dado un paso importante en mis carencias tecnológicas, no debo bajar la guardia. Una de mis mejores estrategias será ejercitar las recomendaciones que nos hace el Dr. Manuel Gándara, haya o no actividades que así lo requieran, ya que finalmente en este rubro la práctica hace al maestro.
Compartiendo la ruta
No obstante los favorables comentarios en torno al estudio independiente y al trabajo colaborativo, también tengo dos retos que superar en este sentido: participar de manera más constante y enriquecedora en los foros, además de aprender de mis compañeros y aportarles conocimientos y experiencia en la red de apoyo. La herramienta clave para lograr mi cometido será mantener una buena comunicación con ellos a través de correo electrónico, chat, teléfono.
Si bien, cada uno de los estudiantes de esta Mestría somos responsables de nuestro propio proceso de aprendizaje, como apunta De los Santos (1996) sólo cuando aprendemos en relación llegamos realmente a aprender. Por ello, mi red de apoyo es fundamental y la manera de involucrarla en mi proceso es compartiendo mis avances para conocer sus puntos de vista y así enriquecer mi trabajo.
Estamos en la misma ruta, pero cada quien delineará su propia senda, con base en sus conocimientos y experiencia. Al final, como la diversidad de ríos que recorren el mundo, desembocaremos en el mismo mar: aportando propuestas para la mejora educativa de nuestro entorno.
Heme aquí, a un paso de realizar la evaluación del nivel 2 de este Módulo Propedéutico, después de habernos detenido a reflexionar acerca de los prejuicios y la manera en que éstos pueden repercutir en nuestro proceso educativo.
El que me refiera a esto tiene toda la intención del mundo de manifestar mi prejuicio inicial cuando por vez primera, hace ya casi diez semanas, nos hablaron del desarrollo de cuatro competencias básicas para poder acceder al Módulo de Investigación y a los Módulos Formativos de esta Maestría. “Esto del pensamiento crítico y del estudio independiente no está nada mal” pensé, pero he de confesar que en aquella ocasión no veía del todo productivo avocarnos a temas de uso de tecnologías (obvio que deberíamos tener la base para cursar este tipo de estudios de manera semi-presencial, si no, no nos hubiésemos inscrito) y a la comunicación escrita (¡por favor!, un buen número de estudiantes son profesores y otros tantos ejercemos en el campo de la comunicación). He ahí un gran prejuicio y una enorme carencia de humildad intelectual: nunca se termina de aprender y nadie lo sabe todo.
Los primeros retos
Y entonces sucedió… Al realizar mi evaluación diagnóstica me topé frente a mis grandes retos, justamente en comunicación escrita y en el uso de las tecnologías: Tenía que aprender, ¡sí! a-p-r-e-n-d-e-r a citar y referenciar conforme a una normatividad que se usa en todo el mundo, no sólo en el ámbito académico, además de aprender a utilizar valiosas herramientas que ahí han estado pero que, por falta de curiosidad, ni siquiera conocía.
Otro reto más salía desde los rincones más profundos de donde lo había confinado: la organización de actividades. Para salir avante de una experiencia académica como esta, la organización es pieza clave, no sólo para el óptimo desarrollo de mis actividades, sino también de aquellas que realizamos de manera colaborativa.
En el transcurso de las sesiones, a través de realizar actividades grupales e individuales, también se han presentado logros que me llenan de satisfacción y compromiso para mejorar en todos los aspectos. Uno de mis mayores logros es el ir ejercitándome en las actitudes fuertes del pensamiento crítico. Tal y como lo Paul, R. y Elder, L., (2003), para llegar a ser un pensador maestro hay que seguir una serie de pasos, el primero: estar conscientes de los problemas de nuestro pensamiento. Y yo he dado ese primer paso.
Pero el camino aún es largo. Por lo pronto, la próxima estación es la evaluación del nivel dos, donde todavía no puedo afirmar que he superado mi reto inicial en lo concerniente a la comunicación escrita; ahora ese reto crece y para trabajarlo tengo que hacerme de bibliografía especializada y de la buena guía de compañeros y colegas que dominen la normatividad APA.
Por otra parte, si bien he dado un paso importante en mis carencias tecnológicas, no debo bajar la guardia. Una de mis mejores estrategias será ejercitar las recomendaciones que nos hace el Dr. Manuel Gándara, haya o no actividades que así lo requieran, ya que finalmente en este rubro la práctica hace al maestro.
Compartiendo la ruta
No obstante los favorables comentarios en torno al estudio independiente y al trabajo colaborativo, también tengo dos retos que superar en este sentido: participar de manera más constante y enriquecedora en los foros, además de aprender de mis compañeros y aportarles conocimientos y experiencia en la red de apoyo. La herramienta clave para lograr mi cometido será mantener una buena comunicación con ellos a través de correo electrónico, chat, teléfono.
Si bien, cada uno de los estudiantes de esta Mestría somos responsables de nuestro propio proceso de aprendizaje, como apunta De los Santos (1996) sólo cuando aprendemos en relación llegamos realmente a aprender. Por ello, mi red de apoyo es fundamental y la manera de involucrarla en mi proceso es compartiendo mis avances para conocer sus puntos de vista y así enriquecer mi trabajo.
Estamos en la misma ruta, pero cada quien delineará su propia senda, con base en sus conocimientos y experiencia. Al final, como la diversidad de ríos que recorren el mundo, desembocaremos en el mismo mar: aportando propuestas para la mejora educativa de nuestro entorno.
Los prejuicios en la búsqueda de prejuicios
Prejuicios ¡en sus marcas!
Al leer las indicaciones de las actividades 3 y 4 de la sesión 8 pensé que la búsqueda en Internet resultaría por demás sencilla, toda vez que se nos ofrecía una primera delimitación para esa búsqueda: artículos de tres periódicos de publicación nacional, relacionados con un tema de nuestro interés.
No me había percatado hasta ese momento que justo ahí empezaba a desplegar mi lista de prejuicios. Ya lo habíamos planteado en sede: un prejuicio es una actitud de predisposición, en este caso frente a una actividad escolar, que calificaba de antemano como sencilla, sin siquiera haberla realizado de acuerdo a las recomendaciones que nos habían proporcionado. Y esto sólo era el principio…
Prejuicios ¡listos!
La actividad realizada puso sobre la mesa no sólo los prejuicios inmersos en los artículos o reportajes de los periódicos, sino también los prejuicios académicos, culturales y sociales de quien realiza la búsqueda en Internet. Así, la simple selección de los periódicos responde a actitudes de simpatía o rechazo hacia tal o cual columnista, hacia la postura del diario, hacia su diseño y contenido, ya que ello en su conjunto, nos proporciona un cierto sentido de pertenencia a un grupo específico.
Recuerdo que cuando estudiaba la licenciatura, Javier Solórzano, uno de mis profesores, se mofaba del estereotipo de los estudiantes universitarios de aquellos años (finales de los ochenta), llamándolos jóvenes parnaseos (porque se reunían en la cafetería de El Parnaso, con su Jornada, bajo el brazo). Y efectivamente, hasta la fecha no puedo evitar incluir a La Jornada entre mis referentes periodísticos obligados.
Esta situación se enfatiza si en la búsqueda se opta por la clásica fórmula de elegir un periódico de izquierda, uno de derecha y uno neutral, ya que al momento de localizar los prejuicios existentes en los artículos o reportajes, tenemos el terreno despejado para encontrar esos afectos o rechazos, que desde la selección desde nuestra afinidad o reserva realizamos. Así que en aras de la objetividad me dispuse a seleccionar los artículos en los sitios de los diarios más accesibles, en términos de no requerir pago para consultarlo.
Y de nueva cuenta, mis prejuicios se hicieron presentes al seleccionar los artículos, ya que aquellas convicciones construidas a partir de mis estudios y mis experiencias profesionales, me llevaron a descartar y finalmente a elegir aquellos que me resultaban más afines.
Prejuicios ¡fuera!
Esta experiencia de búsqueda, a la luz del despliegue de prejuicios, puso de manifiesto la necesidad de adoptar las actitudes mentales fuertes del pensamiento crítico y estar abiertos a conocer las propuestas antes de emitir un juicio de rechazo.
Estar conscientes de nuestros propios prejuicios es un primer paso, ya que al identificarlos podemos estar en condiciones de esa apertura tan necesaria para conocer nuevas posturas, y a la larga, adquirir nuevos conocimientos.
Así que hablar de búsqueda de prejuicios en los textos no es una tarea objetiva en sí misma, está cargada de una serie de prejuicios que pueden repercutir de manera desfavorable, en detrimento de nuestro proceso educativo
Cuando la agenda y el disfrute se toman de la mano
Cómo planear actividades e implementar estrategias para estudiar con éxito una Maestría en el CECTE sin morir en el intento
Por: Mercedes Miranda (Redacción de borrador),
Adriana Laguna y Blanca Arthur (Revisión y comentarios)
Corre, dijo la tortuga. Ir más despacio cuando tiene sentido hacerlo.
Un estudio realizado en el 2007 por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, señala dos datos contrastantes arrojados por el Segundo Conteo de Población y Vivienda 2005: 358 ciudades concentran a 72.7 millones de mexicanos, poco más del 70 por ciento de la población total del país; en tanto, 24.2 millones de personas viven en 184 mil 700 localidades del territorio nacional.
Quienes habitamos una de esas 358 ciudades con alta densidad poblacional somos testigos del vertiginoso ritmo que se vive en ellas, atribuido a los esquemas de reproducción del sistema económico capitalista, donde la filosofía de vida es trabajar para vivir, más no disfrutar de lo que hacemos en cada uno de los ámbitos de nuestra vida cotidiana. La otra cara de la moneda se vive en esas más de 184 mil localidades donde parece que el tiempo se detiene, donde la gente suele vivir más tranquila y sin estrés.
Esto nos lleva a cuestionarnos si vivir a un ritmo acelerado, como se suele afirmar, es una condición sine qua non de la actualidad, o bien se trata, la mayor parte de las veces, de una selección irreflexiva de un estilo de vida que bien puede replantearse desde el momento en que ponemos el énfasis en el equilibrio, concebido como el hecho de hacer todo a una velocidad adecuada en lugar de hacerlo todo más rápido. Se trata de detenernos a hacer una autoevaluación de nuestro ritmo de vida, en especial de los objetivos de nuestras acciones. Como lo plantea el movimiento slow: “desacelerar” lo que solemos hacer de manera acelerada, sin que ello implique que nos detengamos, abriendo así espacios a la tolerancia para aprender a escucharnos, mirarnos, hablarnos e interactuar de manera diferente.
¿Y qué relación tiene lo anterior con la planeación de actividades y el planteamiento de estrategias para estudiar con éxito una maestría en el CECTE sin morir en el intento? Mucho más de lo que se piensa. ¿O acaso ya olvidamos que entre las razones que nos motivaron a ingresar a esta Maestría fue la posibilidad de realizarla de manera semipresencial y a distancia, precisamente porque nuestro ritmo de actividades nos dificulta la asistencia diaria a clases?
La importancia de la planeación en el estudio a distancia
Realizar cualquier estudio a distancia es una tarea que exige esfuerzo, voluntad y dedicación y en el caso de los estudios de posgrado que ofrece el CECTE esto no es la excepción, ya que llegar a ser los profesionales críticos, capaces de contribuir en la generación de conocimiento científico (ILCE, n.d.), requiere de un profundo compromiso, de una amplia motivación y en especial de una óptima planeación.
De acuerdo al Doctor Tomas Miklos (1998), la planeación es ante todo un proceso de reflexión y proyección. Se parte, en primera instancia de analizar una situación presente y conocida para decidir qué hacer para llegar a una situación deseada, a través del establecimiento de metas o situaciones a alcanzar; la definición de posibles escenarios; el análisis de los medios con los que se cuenta; la implementación de estrategias, así como de elementos de control y evaluación que nos permitan monitorear el proceso y resolver los imprevistos que se puedan presentar, los cuales dependen de los objetivos y metas que cada uno de nosotros se plantee.
Así que el primer paso para no morir en el intento y concluir satisfactoriamente con nuestros estudios de Maestría es reflexionar en nuestra situación actual, plantear nuestras metas, fortalecer a través del aprendizaje, una actitud que por su importancia no puede quedar relegada de la planeación : la Motivación (De los Santos, 1996); visualizarnos no sólo con un título en la mano, si no también, tal y como se plantea en el documento maestro (ILCE, s.d.), como todos unos profesionales críticos, comprometidos con nuestro entorno y capaces de generar conocimientos científicos. Tenemos un gran tramo avanzado en nuestro proceso de planeación, el cual compartimos con nuestros compañeros de maestría. Contamos con el apoyo de una metodología, contenidos, tutoría y materiales, para construir nuestro propio aprendizaje y generar nuevos conocimientos. Pero la manera en que organizamos nuestro estudio independiente, piedra angular de los estudios a distancia, la definición de escenarios y el planteamiento de estrategias para tal fin, corren por nuestra propia cuenta .
Abrir nuevas perspectivas para construir estrategias propias.
En una escena de la película La sociedad de los poetas muertos (1990), en plena clase, el Profesor Keating se para sobre su escritorio para invitar a sus alumnos a mirar todo desde diferentes perspectivas y no desde una sola. Al tiempo que cita la frase de Henry David Thoreau, Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación, les pide no resignarse a eso, les invita a escapar.
De manera similar, en una lógica de escapar de la desesperación, el movimiento slow plantea regalarnos momentos de tranquilidad, de placer al encontrarnos con nosotros mismos, ya que en esos espacios las ideas se desarrollan a su ritmo y pensamos de una manera más creativa.
Esto nos invita a revisar la forma en que habitualmente organizamos nuestros tiempos. ¿Qué sucedería si nos regalamos momentos de calma en medio del torbellino de actividades que suele ser nuestra vida cotidiana? Varios de esos momentos resultarían excelentes espacios para la reflexión personal, los proyectos de trabajo, las investigaciones, el estudio y los ejercicios individuales, actividades propias del estudio independiente (De los Santos, J., 1996). Ello implica replantear lo qué es y lo que no es prioritario.
Tomando en cuenta que, como dice Díaz Barriga (2002), las estrategias son procedimientos que un aprendiz emplea en forma consciente, controlada e intencional como instrumentos flexibles para aprender significativamente y solucionar problemas, es decir, cada sujeto debe definir sus propias estrategias a partir de conocer sus fortalezas, debilidades, competencias, habilidades que le permitan construir su aprendizaje de manera significativa para lograr sus objetivos, más que definir en este texto la estrategia partimos de invitar a construir las propias estrategias desde una nueva perspectiva: la lógica de la desaceleración propuesta por el movimiento slow.
Conclusiones
Subirnos en una mesa para observar la manera en que organizamos nuestros tiempos, en los criterios para establecer nuestras prioridades. Equilibrar la balanza para salir de la silenciosa desesperación a la que nos lleva una agenda saturada y reencontrarnos con el placer de hacer las cosas que nos llenan el espíritu, que nos hacen crecer como seres humanos y por ende, nos proporcionan una mejor calidad de vida.
Animarnos a cambiar la velocidad y retomar el control de nuestro tiempo nos ofrece la gratificante posibilidad de contar con más tiempo para escucharnos, mirarnos, conectarnos, interactuar, hablar más tranquilamente con los otros sin ruido, sin apuro, para poder llevar a buen término nuestros estudios de maestría sin que quede en un intento.
Referencias
A.A.T. (s.d.). Movimiento Slow Mundial. Recuperado el 17 de agosto de 2009, de http://www.aat.org.ar/Slow_mundial.htm
De los Santos, J.E. (1996). El estudio independiente: consideraciones básicas. En Estudio independiente: conceptualización, análisis y aplicaciones. PROMESUP-OEA-ILCE. México.
Díaz Barriga, F. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo una interpretación constructivista. Mc Graw Hill. México
Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa. Documento maestro de la maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas y de la maestría en valores para la acción educativa. (n.d). México.
Miklos, T. (1998). Criterios básicos de planeación. Cuadernos de orientación metodológica. Recuperado el 25 de agosto de 2009, de http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=514
Olivares, E. (2008, 09 de enero). UNAM: en 55 ciudades del país se concentra la actividad económica. La Jornada en línea. Recuperado el 25 de agosto de 2009, de http://www.jornada.unam.mx/2008/01/09/index.php?section=sociedad&article=038n2soc
Weir, Peter (Director). (1989). La sociedad de los poetas muertos [DVD]. Touchstone Pictures, 2003.
Búsqueda en Internet de escritos relacionados con diferentes tipos de textos
La actividad en su conjunto resulto por demás enriquecedora ya que me llevó ubicar la trascendencia de una adecuada búsqueda de información en Internet.
Hoy por hoy, me queda claro que navegar en Internet para buscar textos que enriquezcan nuestro quehacer académico no es cosa de lanzarse como el Borras, como señalara acertadamente el Dr. Manuel Gándara durante la tele sesión de este lunes 3 de agosto. Realizar una tarea de este tipo en nuestro ámbito es una labor que requiere de planeación, tiempo, criterios de selección y de aplicar elementos de pensamiento crítico.
Cuando trabajamos en equipo, si bien analizamos cuál de las definiciones que cada integrante llevaba era la más completa, no nos detuvimos a pensar en las los cuatro grupos de texto y las capacidades atribuidas a cada uno. El hacerlo, hubiera enriquecido las definiciones y la posterior tarea de búsqueda de información.
Después, al realizar el trabajo individual, intenté poner en práctica una de las principales sugerencias de Monereo y Agusti: Delimitar mi objeto de búsqueda. La indicación de la tarea era buscar un escrito de cada tipo de texto relacionado con el tema del agua. Partir de ello, sin delimitar implicaba sumergirme en un laberinto sin fin, así que partí del hecho de preguntarme ¿Qué tipo de información me interesaba obtener acerca del agua?, producto de la situación actual y cercana a mi vida cotidiana, no dude en emprender la búsqueda en torno a la contaminación y la escasez del agua. Ahora sí, pensé, la cosa sería más fácil, pronto descubriría la utilidad de seguir otra vital sugerencia para mi incursión internauta: la delimitación de las palabras clave para la búsqueda. Al inicio, ingresé al buscador frases, más que palabras, lo cual literalmente “disparaba” los resultados, el panorama cambió al delimitar. Un tercer bache amenazaba con cruzarse en mi camino: la selección del texto adecuado para mis fines investigativos. Menos mal que Monereo y Agusti, me habían proporcionado otra herramienta vital para salir airosa de la aventura: atender la calidad del contenido y su fiabilidad.
Reitero que el tiempo dedicado también es elemento clave, ya que una cosa es definir la estrategia y otra realizarla sin el tiempo que cada texto requiere para su revisión y así decidir si nos aporta o no algo a nuestra investigación. En mi caso, el dejar para el final de mi búsqueda al texto científico constituyó un error, toda vez que este tipo de texto, por su especificidad, conviene buscarlo al inicio y dedicarle un buen tiempo a su lectura y búsqueda de apoyos que nos orienten en su comprensión. Yo dejé al último su búsqueda, sin pensar que me iba a resultar como intentar encontrar la aguja en el pajar y una vez encontrado, con el tiempo encima, no me detuve a desmenuzar si estaba relacionado con mi propósito, total, cumple con los requisitos de ser un texto científico que habla sobre el agua. Pero ahora que escribo esta reflexión, me siento que en con ese texto terminé aventándome como el Borras, y me quedo pensando que la visión netamente científica en torno al problema de la contaminación y escasez del agua, hubiese proporcionado importantes elementos.
En fin, me quedo con el valioso aprendizaje y espero no volver a tropezar con la misma piedra cuando me aventure en una nueva búsqueda de información en Internet.
Hoy por hoy, me queda claro que navegar en Internet para buscar textos que enriquezcan nuestro quehacer académico no es cosa de lanzarse como el Borras, como señalara acertadamente el Dr. Manuel Gándara durante la tele sesión de este lunes 3 de agosto. Realizar una tarea de este tipo en nuestro ámbito es una labor que requiere de planeación, tiempo, criterios de selección y de aplicar elementos de pensamiento crítico.
Cuando trabajamos en equipo, si bien analizamos cuál de las definiciones que cada integrante llevaba era la más completa, no nos detuvimos a pensar en las los cuatro grupos de texto y las capacidades atribuidas a cada uno. El hacerlo, hubiera enriquecido las definiciones y la posterior tarea de búsqueda de información.
Después, al realizar el trabajo individual, intenté poner en práctica una de las principales sugerencias de Monereo y Agusti: Delimitar mi objeto de búsqueda. La indicación de la tarea era buscar un escrito de cada tipo de texto relacionado con el tema del agua. Partir de ello, sin delimitar implicaba sumergirme en un laberinto sin fin, así que partí del hecho de preguntarme ¿Qué tipo de información me interesaba obtener acerca del agua?, producto de la situación actual y cercana a mi vida cotidiana, no dude en emprender la búsqueda en torno a la contaminación y la escasez del agua. Ahora sí, pensé, la cosa sería más fácil, pronto descubriría la utilidad de seguir otra vital sugerencia para mi incursión internauta: la delimitación de las palabras clave para la búsqueda. Al inicio, ingresé al buscador frases, más que palabras, lo cual literalmente “disparaba” los resultados, el panorama cambió al delimitar. Un tercer bache amenazaba con cruzarse en mi camino: la selección del texto adecuado para mis fines investigativos. Menos mal que Monereo y Agusti, me habían proporcionado otra herramienta vital para salir airosa de la aventura: atender la calidad del contenido y su fiabilidad.
Reitero que el tiempo dedicado también es elemento clave, ya que una cosa es definir la estrategia y otra realizarla sin el tiempo que cada texto requiere para su revisión y así decidir si nos aporta o no algo a nuestra investigación. En mi caso, el dejar para el final de mi búsqueda al texto científico constituyó un error, toda vez que este tipo de texto, por su especificidad, conviene buscarlo al inicio y dedicarle un buen tiempo a su lectura y búsqueda de apoyos que nos orienten en su comprensión. Yo dejé al último su búsqueda, sin pensar que me iba a resultar como intentar encontrar la aguja en el pajar y una vez encontrado, con el tiempo encima, no me detuve a desmenuzar si estaba relacionado con mi propósito, total, cumple con los requisitos de ser un texto científico que habla sobre el agua. Pero ahora que escribo esta reflexión, me siento que en con ese texto terminé aventándome como el Borras, y me quedo pensando que la visión netamente científica en torno al problema de la contaminación y escasez del agua, hubiese proporcionado importantes elementos.
En fin, me quedo con el valioso aprendizaje y espero no volver a tropezar con la misma piedra cuando me aventure en una nueva búsqueda de información en Internet.
El estudio independiente en mi práctica académica dentro del Módulo propedéutico.
El estudio independiente constituye el cimiento sobre el cual construiré mis conocimientos y aprendizajes, no sólo en el Módulo propedéutico sino también a lo largo de toda la Maestría y otras actividades que emprenda, ya sean académicas, laborales o cotidianas, ya que como señala De los Santos (1996) cuando se aprende a trabajar de manera independiente se abre la posibilidad de trascender el espacio del aula hacia otras áreas.
Esta es mi cuarta experiencia académica a distancia, pero es la primera en la que he podido reflexionar acerca de las posibilidades, responsabilidades y satisfacciones que conlleva el estudio independiente. Una de ellas – y quizá la que fortalece las competencias del pensamiento crítico, el uso de la tecnología y la comunicación escrita- es el poder establecer contacto con personas, ideas y cosas, desarrollando como apunta De los Santos “nuevas formas de relacionarse con los contenidos y los medios, y con las transformaciones de espacio y tiempo” (De los Santos, 1996 , p.13).
El estudio independiente me permite ser la protagonista en la generación de mi aprendizaje, pero también entablar una nutrida y enriquecedora relación con los compañeros. Así, al compartir lo generado desde las propias experiencias, es posible ampliar, confrontar, afirmar, revisar informaciones e incluso abrir pautas para nuevas reflexiones.
domingo, 26 de julio de 2009
Educación y nuevas tecnologías. El que no mira adelante, atrás se queda.
Hoy en día poco sorprende ver a un pequeño de nivel preescolar manejando con habilidad un teléfono celular, una computadora, un sistema de televisión por cable, entre otras aplicaciones tecnológicas. Son niños, como dirían varias personas de la edad de mi madre, que al nacer en lugar de llorar dicen: “me voy a conectar”. Y qué decir de los niños mayores y los adolescentes, son poco más que unos verdaderos maestros en el uso de las nuevas tecnologías. ¿Cuántas veces no hemos acudido a ellos para que nos apoyen en este terreno?, más de las que nos gustaría admitir.
No obstante este panorama, en el ámbito educativo no hemos logrado dar el megacambio señalado por el pionero de la inteligencia artificial Seymour Papert. En nuestro país, tanto en el ámbito privado, como en el público se ha trabajado en la dotación de computadoras a las escuelas y en el desarrollo de estrategias innovadoras, pero esto no ha sido suficiente, la escuela sigue pareciendo lenta y aburrida a muchos niños y jóvenes.
Dos causales de este divorcio
Ya Papert (1995) señalaba algunas de las razones por las que niños y adolescentes pueden pasar horas y horas jugando en línea o navegando en Internet, entre ellas, porque estas aplicaciones tecnológicas constituyen una forma de aprendizaje rápida, provechosa y muy atractiva. Finalmente, las posibilidades pedagógicas del juego también se han modernizado.
Pero esta situación, desafortunadamente, no se ha permeado del todo en las aulas. El uso de las tecnologías se restringe a espacios, momentos y temas; la participación de los estudiantes se limita a realizar ejercicios programados y navegar en Internet está prohibido.
Existen escuelas donde las clases se desarrollan a partir de un software interactivo, donde la participación del estudiante reside en manejar el control que abre y cierra las ventanas; se usa la computadora, el cañón proyector y las bocinas, pero exclusivamente para la realización de las actividades del programa de estudio, quedando prohibido el uso de celulares y aparatos reproductores de música. Se cumple con la oferta tecnológica, pero se no se atienden las características y necesidades del alumnado.
A este respecto, conviene tener presente el planteamiento que realiza la Dra. Frida Díaz Barriga[1] (2009), al señalar como área de oportunidad en la relación educación – nuevas tecnologías, el desarrollo de espacios virtuales de interacción académica y social, como aquellos en los que los niños y los jóvenes participan de manera regular (chats, redes sociales, juegos en línea, videoconferencias, blogs, etc.).
Se trata de posibilitar situaciones que al niño y al joven le resulten familiares respecto al uso cotidiano que él hace de las nuevas tecnologías, de ofrecerle pautas para que sea él mismo quien genere sus propios procesos de búsqueda de información, de trabajo colaborativo, utilizando las tecnologías en su escuela y fuera de ellas como valiosas herramientas. Quizá esto pueda contribuir a dejar atrás esa imagen de lejanía y aburrimiento que se tiene respecto a la escuela.
Una anécdota al respecto me hace pensar que esto es posible. El año pasado tuve la oportunidad de participar como facilitadora de un taller de radio, nuevas tecnologías y educación dirigido a coordinadores académicos. La primera parte de ese taller constaba una presentación donde se señalaban las posibilidades pedagógicas del medio. A pesar de incluir fragmentos de programas amenos, uno participantes mostraban cierto escepticismo, otros veían el tema como algo muy alejado de su labor. Pero llegó la parte práctica de la sesión, dónde les solicité conformar equipos de dos personas, una sería un corresponsal comunitario y otra sería un objeto de una comunidad. Tenían que grabar la entrevista en un teléfono celular, sin decir el nombre del objeto, de manera tal que al escucharla, los demás identificaran al objeto entrevistado. A partir de ese momento, toda la formalidad académica se guardó en un cajón, salieron a flote las risas y las ocurrencias, el momento de la escucha se realizó con profunda atención y maravilla ante la creatividad de las preguntas y las respuestas. El propósito se había cumplido: acercar a los participantes a las posibilidades de las nuevas tecnologías dentro del aula. No se requirió de un gran despliegue tecnológico, pero sí de su familiaridad con el uso de la tecnología a utilizar, de un trabajo colaborativo y de una entusiasta participación.
Todos aprendemos de todos
El que las nuevas tecnologías contribuyan a ese megacambio en la forma en que ayudamos a los niños y jóvenes a aprender conlleva un cambio en el rol del profesorado, quien en este contexto se vuelve un acompañante del proceso y también aprende de los estudiantes, proporciona una realimentación al estudiante, así como la oportunidad de tomar decisiones y elegir alternativas en un ambiente estimulante que le proponga desafíos constantes, pero abordables. Profesores que tengan siempre presente lo ya expuesto por Freire en el sentido de que nadie enseña a nadie, ya que todos aprendemos de todos.
En síntesis, la clave está en reconocer el papel activo de los estudiantes en su relación con las tecnologías, en trabajar una buena dosis de comunicación constante con los estudiantes, de atender sus necesidades de aprendizaje, de utilizarlas como una valiosa herramienta en la investigación, reflexión y generación de nuevos conocimientos.
Referencias
Papert, S. (1995). La máquina de los niños. Replantearse la educación en la era de los ordenadores. Barcelona: Paidós.
Díaz, F. (2009). Educación y nuevas tecnologías de la información y la comunicación. ¿Hacia un paradigma educativo innovador? http://portal.iteso.mx/portal/page/portal/Sinectica/Revista/fridadb
[1] Doctora en Pedagogía, profesora titular de tiempo completo de la Facultad de Psicología de la UNAM. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Especialista en modelos curriculares e instruccionales, en evaluación docente y constructivismo
No obstante este panorama, en el ámbito educativo no hemos logrado dar el megacambio señalado por el pionero de la inteligencia artificial Seymour Papert. En nuestro país, tanto en el ámbito privado, como en el público se ha trabajado en la dotación de computadoras a las escuelas y en el desarrollo de estrategias innovadoras, pero esto no ha sido suficiente, la escuela sigue pareciendo lenta y aburrida a muchos niños y jóvenes.
Dos causales de este divorcio
Ya Papert (1995) señalaba algunas de las razones por las que niños y adolescentes pueden pasar horas y horas jugando en línea o navegando en Internet, entre ellas, porque estas aplicaciones tecnológicas constituyen una forma de aprendizaje rápida, provechosa y muy atractiva. Finalmente, las posibilidades pedagógicas del juego también se han modernizado.
Pero esta situación, desafortunadamente, no se ha permeado del todo en las aulas. El uso de las tecnologías se restringe a espacios, momentos y temas; la participación de los estudiantes se limita a realizar ejercicios programados y navegar en Internet está prohibido.
Existen escuelas donde las clases se desarrollan a partir de un software interactivo, donde la participación del estudiante reside en manejar el control que abre y cierra las ventanas; se usa la computadora, el cañón proyector y las bocinas, pero exclusivamente para la realización de las actividades del programa de estudio, quedando prohibido el uso de celulares y aparatos reproductores de música. Se cumple con la oferta tecnológica, pero se no se atienden las características y necesidades del alumnado.
A este respecto, conviene tener presente el planteamiento que realiza la Dra. Frida Díaz Barriga[1] (2009), al señalar como área de oportunidad en la relación educación – nuevas tecnologías, el desarrollo de espacios virtuales de interacción académica y social, como aquellos en los que los niños y los jóvenes participan de manera regular (chats, redes sociales, juegos en línea, videoconferencias, blogs, etc.).
Se trata de posibilitar situaciones que al niño y al joven le resulten familiares respecto al uso cotidiano que él hace de las nuevas tecnologías, de ofrecerle pautas para que sea él mismo quien genere sus propios procesos de búsqueda de información, de trabajo colaborativo, utilizando las tecnologías en su escuela y fuera de ellas como valiosas herramientas. Quizá esto pueda contribuir a dejar atrás esa imagen de lejanía y aburrimiento que se tiene respecto a la escuela.
Una anécdota al respecto me hace pensar que esto es posible. El año pasado tuve la oportunidad de participar como facilitadora de un taller de radio, nuevas tecnologías y educación dirigido a coordinadores académicos. La primera parte de ese taller constaba una presentación donde se señalaban las posibilidades pedagógicas del medio. A pesar de incluir fragmentos de programas amenos, uno participantes mostraban cierto escepticismo, otros veían el tema como algo muy alejado de su labor. Pero llegó la parte práctica de la sesión, dónde les solicité conformar equipos de dos personas, una sería un corresponsal comunitario y otra sería un objeto de una comunidad. Tenían que grabar la entrevista en un teléfono celular, sin decir el nombre del objeto, de manera tal que al escucharla, los demás identificaran al objeto entrevistado. A partir de ese momento, toda la formalidad académica se guardó en un cajón, salieron a flote las risas y las ocurrencias, el momento de la escucha se realizó con profunda atención y maravilla ante la creatividad de las preguntas y las respuestas. El propósito se había cumplido: acercar a los participantes a las posibilidades de las nuevas tecnologías dentro del aula. No se requirió de un gran despliegue tecnológico, pero sí de su familiaridad con el uso de la tecnología a utilizar, de un trabajo colaborativo y de una entusiasta participación.
Todos aprendemos de todos
El que las nuevas tecnologías contribuyan a ese megacambio en la forma en que ayudamos a los niños y jóvenes a aprender conlleva un cambio en el rol del profesorado, quien en este contexto se vuelve un acompañante del proceso y también aprende de los estudiantes, proporciona una realimentación al estudiante, así como la oportunidad de tomar decisiones y elegir alternativas en un ambiente estimulante que le proponga desafíos constantes, pero abordables. Profesores que tengan siempre presente lo ya expuesto por Freire en el sentido de que nadie enseña a nadie, ya que todos aprendemos de todos.
En síntesis, la clave está en reconocer el papel activo de los estudiantes en su relación con las tecnologías, en trabajar una buena dosis de comunicación constante con los estudiantes, de atender sus necesidades de aprendizaje, de utilizarlas como una valiosa herramienta en la investigación, reflexión y generación de nuevos conocimientos.
Referencias
Papert, S. (1995). La máquina de los niños. Replantearse la educación en la era de los ordenadores. Barcelona: Paidós.
Díaz, F. (2009). Educación y nuevas tecnologías de la información y la comunicación. ¿Hacia un paradigma educativo innovador? http://portal.iteso.mx/portal/page/portal/Sinectica/Revista/fridadb
[1] Doctora en Pedagogía, profesora titular de tiempo completo de la Facultad de Psicología de la UNAM. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Especialista en modelos curriculares e instruccionales, en evaluación docente y constructivismo
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